viernes, 27 de septiembre de 2013

EL ACTUAL ABANDONO DE LOS PRINCIPIOS JUDEO CRISTIANOS

¡Rebelión abierta contra Dios!
 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5: 20)
Introducción
A la carrera, con prisas y sin pausas, de esta manera quieren disipar todo principio judeo-cristiano en Europa, y… ¡Resto del mundo! ¡Atiende!: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”Que nadie piense que esto sólo pasa o va a pasar en España, en Holanda o en Bélgica, esto se extenderá como la lepra por todo el mundo: “por haberse multiplicado la maldad…” (Mt. 24: 12)
El mundo odia a Dios. El mundo odia a Jesús, el don de Dios para la salvación de los hombres. Pero esto no le ha tomado al Señor por sorpresa. Ese “a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Is. 5: 20), ya está profetizado desde hace más de 2.700 años; y Dios lo sabía desde “antes de la fundación del mundo” (He. 4: 3)
Estamos al final de esta dispensación de la gracia, y para este tiempo Dios declaró en Su Palabra que la anomia, es decir, el ir en contra de Su voluntad y Sus principios, iba a ser una realidad mostrada a todos (Mt. 24: 12)
No obstante, Dios será paciente hasta el fin.
I. Dios es paciente hasta el fin
“Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí” (Génesis 15: 16)
Dios le dijo a Abram que su descendencia – en este caso Israel – iba a morar en Egipto durante un tiempo de 400 años, de modo que en la cuarta generación iban a volver a la tierra de Canaán con el fin de tomarla.
El motivo de proceder de ese modo era debido a que la maldad del amorreo – habitante de Canaán – no había llegado a su máxima expresión.
Los hombres que andan de espaldas a Dios no se aperciben que el mismo principio que operó entonces, está operando en este tiempo. Así como Dios fue paciente en esperar que la anomia del cananeo llegara a su colmo para después castigarlo convenientemente, también lo está siendo ahora.
Cuando la maldad de esta generación haya llegado a su cénit, entonces Dios procederá con Sus juicios, tal y como la Palabra nos lo enseña (Ap. 9: 20, 21). Mientras tanto Dios procede con misericordia, porque “la misericordia triunfa sobre el juicio”(Stgo. 2: 13), aunque esto último ha de entenderse mientras dura el tiempo de la paciencia.
La Palabra nos enseña a través del profeta Isaías, acerca de siete maldades que no sólo han sido patentes a lo largo de todo el periplo de la humanidad desde la caída, sino que de una manera especialmente concreta lo están siendo en esta última generación.
Dentro del rechazo actual a todo principio judeo-cristiano, esta sociedad impía allí donde se encuentre, se regodea y revuelca en su fruto de maldad el cual viene determinado no de forma exhaustiva en siete pecados; a saber:
Codicia (avaricia), hedonismo (materialismo), incredulidad, soberbia, autosuficiencia, lujurias, corrupción.
Aunque esa palabra de Isaías iba dirigida en primera instancia al Israel apóstata, no es menos cierto que también se puede aplicar al cristianismo apóstata y por supuesto al mundo de los impíos e incrédulos.
Procedamos a estudiar todas estas cosas.
“Cuando la maldad, que básicamente es la negación real de Cristo, haya llegado a su cénit, entonces Dios intervendrá en lo que Jesús llamó la Gran Tribulación”
1. Codicia y avaricia
“¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? 9 Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. 10 Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa” (Isaías 5: 8-10)
La descrita arriba, es la conducta de los que son llevados por la codicia y la avaricia.
Una de las hermosas virtudes judeo-cristianas es la generosidad, también en este sentido, el desprendimiento, el desinterés, la esplendidez. Todo ello es debido al amor. Ahora bien, la negación de este principio judeo-cristiano tiene como resultado inmediato la codicia y avaricia.
Según el diccionario, codicia es “el deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes o riquezas”
La codicia es el fruto directo del materialismo, siendo éste la negación práctica de Dios.
Para el llamado materialismo histórico, expresión pura y dura del ateísmo tanto teórico como práctico, las causas últimas de los fenómenos sociales están determinadas por factores materiales, rechazando las explicaciones en las que intervienen factores sobrenaturales, tomando como un hecho la irrelevancia científica de Dios, de espíritus, y de una supuesta inteligencia del mundo en el devenir histórico.
Por lo tanto, implícito en el materialismo está la negación de Dios. Ese fue el pecado del diablo desde el principio de serlo: fue negando a Dios, en la medida en que iba codiciando, siguiendo la pauta de su terrible egocentrismo.
El codicioso es un tremendo ególatra.
Podemos por tanto argumentar, que debido al rechazo del Dios verdadero, los hombres han entrado en una vorágine de codicia y avaricia sin paliativos, buscando instintivamente el llenar el hueco de sus vidas con cualquier cosa apetecible a los sentidos.
“El codicioso y avaricioso no detiene el impulso de su deseo”
2. Hedonismo (el placer por el placer)
“¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! 12 Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. 13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.  14Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. 15 Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos” (Isaías 5: 11-15)
La cultura del placer por el placer, es la imperante en esta sociedad que se está desentendiendo de los principios judeo-cristianos. El hombre moderno está constantemente buscando su bienestar lejos de Dios y sin compromiso alguno con la verdad declarada de Dios.
A través de esa conducta, el hombre ha venido a ser dios de sí mismo, convirtiéndose de hecho en esclavo y víctima de sí mismo.
(Isaías 5:12) “Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos”:
El perseguir la alegría y el contentamiento del alma, ha venido a ser lo más importante en la vida del hombre moderno, por encima de cualquier otra consideración, hasta el punto de negar a Dios con esa filosofía y obra.
La idea de la búsqueda de lo verdaderamente trascendental y eterno - lo de Dios - ha quedado relegada al baúl de los recuerdos. El hombre moderno no piensa en términos de eternidad, sino que en su fantasía e irrealidad, vive al presente como si este fuera eterno.
Conceptos judeo-cristianos contrarios al hedonismo, la vanagloria y la banalidad, como son el sacrificio por los demás, la entrega, la negación de uno mismo, la humildad, la sensatez, el dominio propio, el contentamiento, el temor de Dios, etc. suenan impropios, arcaicos e irrelevantes para una gran mayoría.
Este es el pecado del hombre moderno, que no busca en Dios su razón de vivir, sino en las cosas que Dios ha creado, despreciando a Dios con sus actos y con la intención de su corazón.
Debido a esa manera de experimentar la vida, alejado de Dios pero profesando ser sabio, entendido, dueño y juez de sí mismo, el hombre moderno e impío es sustancialmente necio (Ro. 1: 22).
Al no considerar a Dios ni a Su don, Jesucristo, el hombre que – por tanto - desprecia los principios judeo-cristianos, y como lo dice la misma Escritura, se ha entregado en  prácticas aberrantes que solamente 20 años atrás hubieran constituido un escándalo para la mayoría (Ro. 1: 32)
Cambiando el uso natural por el que es contra naturaleza: mujeres con mujeres; hombres con hombres (Ro. 1: 26, 27), se ha hecho de ello virtud y modelo cívico, hasta el punto de legalizar en la forma de “matrimonio” esas uniones antinatura, con el terrible agravante de poder adoptar niños.
Hoy en día, muchos no sólo son los que practican esas aberraciones, sino que muchos más se complacen con los que las practican (Ro. 1: 32)
Tal es la osadía del hombre encumbrado en su torre de poder y autoridad conforme al maligno (1 Jn. 5: 19b), que no sólo protege, ampara, y promociona esa manera nefanda de entender la humanidad, sino que acusa, discrimina y aún persigue con leyes injustas a los que se oponen a tales prácticas y las denuncian.
Este es fruto del abandono de los principios judeo-cristianos.
“En su irrealidad e ignorancia, los que desprecian los principios judeo-cristianos creen que son muy libres y dueños de sí mismos. Se equivocan. En realidad son siervos del maligno, aunque no lo crean”
También con el pueblo de Dios
(Isaías 5: 13) “Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed”:
Así como ocurrió con Israel, que por falta del conocimiento de Dios y de interés por conocerlo, y por tanto, por falta de seguir Sus principios, erró y pecó, así está ocurriendo hoy en día con muchos que se denominan cristianos. Por eso muchos no serán arrebatados cuando el Señor regrese a por los suyos.
Peor será para el impío
“Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. 15 Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos” (Isaías 5: 14, 15)
Pero como está escrito, el final de ese hombre réprobo, amante de lo malo como bueno y detractor de lo bueno como malo, será el infierno si no se arrepiente.
(Isaías 5: 16, 17)“Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia. 17 Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y extraños devorarán los campos desolados de los ricos”:
En el día que Dios se levante como Juez y empiece a emitir su castigo, todos verán que existe un Dios en el universo, aunque para muchos será ya tarde. Para los justos ese será el día de su libertad y de su paz, pero para los que aprovecharon esta vida sólo para vivir para sí mismos, en la práctica de su avaricia y de su propio e injusto recreo, sólo habrá pérdida, y pérdida eterna.
Esta será la consecuencia directa del abandono de los principios judeo-cristianos.
3. Incredulidad y cinismo
(Isaías 5: 18, 19) “¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta, 19 los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos!”:
Ese “¡Ay!” es para todos aquellos que se burlan de los que traen el mensaje de parte del Señor. Son los burladores, incrédulos y cínicos, que se parapetan en su cinismo e incredulidad pretendiendo escapar de la verdad y de su consecuencia; pero  así como cae una piedra al suelo cuando se suelta, así será manifiesta y castigada la maldad de todos ellos, muy a pesar de sus burlas y escarnio.
Muchos hoy en día se burlan de la Palabra de Dios, y también se burlan de los hombres de Dios y del mensaje que traen, y lo hacen abiertamente y sin escrúpulos. Como dice McArthur:
“Los incrédulos escarnecedores dicen: “¿Dónde está el juicio que pronunciaste, Isaías? ¡Haz que suceda! Lo creeremos tan pronto lo veamos”. Este reto insolente de apresurar el juicio de Dios hace evidente su incredulidad acerca del juicio que el Santo de Israel traería sobre Su pueblo”
Si esto es dicho sobre el pueblo de Dios, imagínese que será para todos aquellos que desprecian el Señorío y sus principios básicos (2 Pr. 2: 10).
“El infierno o gehenna, es un lugar muy real donde están y estarán todos aquellos que definitivamente rechazan a Jesús”
4. Necedad soberbia
(Isaías 5: 20) 20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”:
¿Qué mayor necedad fruto de la soberbia puede haber que aquella que invierte los valores morales hasta límites insospechados? Este es el modus operandi de hoy en día., y es consecuencia directa del abandono de los principios judeo-cristianos.
En mi país, enarbolando la bandera del progresismo, se han aprobado leyes que vulneran, no sólo el más mínimo sentido de lo moral y ético, sino la más mínima expresión del simple sentido común, alcanzando directamente las profundidades del esperpento.
Mencioné antes acerca del casamiento por parte de las autoridades civiles entre personas del mismo sexo, y la posibilidad de estas de adoptar a niños. Pero yo diría lo siguiente, ¡si son matrimonio, que tengan ellos hijos propios si es que pueden, y si no, ¿qué clase de “matrimonio” es ese?!... ¡Esperpéntico y ridículo el asunto!
Pero a eso lo llaman bueno.
Nótese que un cristiano en mi país, ya no puede pretender ser ni juez, ni alcalde, ni ocupar ningún puesto de autoridad civil similar, puesto que estaría obligado por ley a formalizar ese tipo de uniones.
En mi país, la última ley aprobada acerca del aborto, con el visto bueno del mismo rey, el cual ante las autoridades eclesiásticas romanas, ¡no tiene responsabilidad alguna por firmarlas! (1), permitirá que una niña de 16 o 17 años pueda decidir abortar con libertad sin el concurso de sus padres o tutores, los cuales quedan al margen de todo. La norma establece unplazo de 14 semanas para que las mujeres, "sin interferencia de terceros", puedan abortar libremente.
A todo ello, también lo llaman bueno.
“Desde el tercer mes de embarazo (12 semanas) casi todas las partes del cuerpo ya se han formado: ojos, orejas, nariz, dedos, brazos y piernas, y continúan creciendo. Al tener formada la cara, el pequeño ya puede chuparse el dedo. Pero es a partir de las 14 semanas cuando la madre ya aprecia el movimiento del bebé que tiene en su seno. Y es que aseguran que el feto es sensible a otras partes de su cuerpo y elementos de su entorno”
En mi país se está cerrando la puerta a la expresión evangelística pública. Se están levantando normativas a diferentes niveles para impedir que los creyentes podamos salir por las calles y plazas predicando el Evangelio. Pretenden que nuestra profesión como cristianos sólo se desarrolle en nuestros recintos privados. Pronto todo ello será norma establecida para Europa.
A la expresión pública del Evangelio lo llaman malo.
Dentro del contexto de mi país, que alguien se levante diciendo que la práctica de la homosexualidad es pecado, no sólo es casi ridículo y retrógrado, sino que podría estar castigado por la ley, la cual favorece en todo al homosexual practicante, muy por encima del derecho a opinar que tenemos los que pensamos de forma diferente, tal y como la Biblia enseña.
Al uso de esa aludida libertad de expresión lo llaman malo.
…y así podría continuar. A lo bueno llaman malo, y a lo malo bueno. Esto es consecuencia directa de negar los principios judeo-cristianos. Usando el título de la canción de ACDC, es una “Autopista al Infierno”.
5. Autosuficiencia
(Isaías 5: 21)21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!”:
La autosuficiencia. Este es un terrible pecado fruto de dos iniquidades sublimes: el egoísmo y la soberbia, y una derivada de ambas: la necedad.
Es tal la ceguera del que se cree justo y sabio en sí mismo, que el mayor de los necios, mínimamente consciente de que lo es, es más confiable.
Tal es el proceder de toda esta sociedad que ha abandonado los principios judeo-cristianos y se cree muy liberada, siendo en realidad, muy libertina, que, o bien practica su autosuficiencia, o bien admira y aplaude a los que se presentan así, en la arrogancia de su presunción.
Pero como dice el proverbio divino: “Antes del quebrantamiento es la soberbia…”(Prov. 16: 18)
6. Lujurias
(Isaías 5: 22) “22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida”:
Lujurias, en plural.
No sólo podemos ver a los que se recrean en la bebida, embriagándose, sino a todos aquellos que buscan en cualquier lujuria su forma de entender la vida, y se pavonean ante los demás; como que nada les va a pasar y que pueden perfectamente resistir los envites de sus desatinos. Evidentemente el orgullo es el caldo de cultivo de esa manera de proceder.
La Palabra de Dios es clara en cuanto a todo esto: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución…” (Efesios 5: 18)
A modo de aquella antigua sociedad greco-romana pagana, el hacer lo que “le pide a uno el cuerpo”, es lo habitual en esta sociedad, que ha hecho de la lujuria su dios, al cual se rinde día a día.
Estos lujuriosos – y muchos dicen no considerarse así - son esclavos de sus propias concupiscencias, y si les dicen que deberían abandonarlas, entonces se defienden diciendo que ellos son libres y que no van a reprimirse.
Pero no son libres, sino siervos de su pecado.
“Lejos de la manida y falsa “evolución”, el hombre impío más bien está experimentando una involución por su enorme práctica de maldad, que le lleva a su propia destrucción”
7. Corrupción y cohecho
(Isaías 5: 23)“¡[Ay] de los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!”:
Entre tantas cosas nocivas y perversas que últimamente están ocurriendo, la destrucción de la familia, como institución creada por Dios, es el objetivo de los que aborrecen cualquier planteamiento judeo-cristiano, y muchos otros justifican todo ello sin el más mínimo pudor, quitando de ese modo a los rectos todo derecho.
De nuevo en referencia al “matrimonio” entre homosexuales y lesbianas, escribe en sus tesis María Lacalle, profesora de Derecho Civil de la Universidad Francisco de Vitoria:
“Parece claro que el inusitado interés en aprobar esta ley no se debía simplemente al deseo de dar entrada al pequeño número de homosexuales que quiere contraer matrimonio - desde la entrada en vigor de la ley hace dos años y medio unos 4.500 - sino de obtener el reconocimiento social para la homosexualidad y redefinir radicalmente el matrimonio, privándole de sus elementos esenciales” (énfasis mío) (2)
Hablando de España, leyes como la del “matrimonio homosexual”, la ley contra la violencia de género, y regulaciones como la del “cambio de sexo”, suponen una implantación formal de esta ideología, que se reforzará con una introducción de los llamados “derechos reproductivos” con la ampliación de la nueva ley del aborto.
Y todo esto disfruta de la complacencia de muchos, quizás con la débil e inexcusable excusa de que vivimos en tiempos modernos.
Según María Lacalle, la llamada “ideología de género”, pretende instaurar una sociedad en la que no exista diferencia ninguna entre los sexos, y en la que cada uno, independientemente de las características biológicas con las que nazca, escoja su propia identidad de género y su propia orientación sexual.
Por tanto, cada uno es dueño y señor de sí mismo, sin importar que haya un Dios.
Todo ello constituye una aberración y un levantarse en rebelión abierta contra el Cielo, y muchos creen que esto no va a tener repercusión alguna. Se equivocan mucho.
“A los ojos de Dios, es de un aberrante tan enorme la unión de dos personas del mismo sexo, que no existe un calificativo en nuestro idioma suficiente como para definirlo”
II. Consecuencia final. La sentencia divina
(Isaías 5: 24, 25)“Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel. 25 Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida”:
Veamos de cerca lo que Dios dijo a través del profeta:
(Isaías 5: 24b)“porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel”:
Acordémonos de nuevo de las palabras del mismo Jesús cuando en el Monte de los Olivos, antes de ir a la cruz, profetizara que la maldad en este mundo iba a aumentar hasta el punto que el amor de la mayoría se iba a enfriar (Mt. 24: 12).
La consecuencia del abandono de la Ley de Dios – la anomia profetizada por Jesús – será el fuego: “como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo” (Isaías 5: 24a)
Ese fuego será el fuego eterno; el lago de fuego (Ap. 20: 10), destino final del trayecto.
Si no quieren a Dios, entonces tampoco han de gustar todo lo que es de Dios, por tanto Dios les quitará lo que es Suyo: la vida…Porque eso es lo paradójico: desechan al Autor de la vida, pero eso sí, les gusta la vida y los bienes que son intrínsecos en ella, pero eso no será así.
Olvidan que Dios es el Creador y Dueño de todo lo que pueden ver, oír, tocar, oler y gustar.
El abandono de los principios judeo-cristianos, no es más que la anomia – es decir, el rechazo de la voluntad de Dios. Esto es lo imperante hoy en día, e irá en general a peor hasta el Día del Señor, momento del tremendo juicio de Dios contra este mundo incrédulo y rebelde que le dio la espalda a Aquél que amó al hombre hasta el punto de dar Su vida por él.
Así como vilipendiado ha sido Jesús, así será el castigo del Padre.
Para aquel que esté dispuesto a entender que hay un Dios, espero que este escrito le haya sido de ayuda, para que Le tema y se aparte del mal, recibiendo a Cristo como su Salvador y Señor, y escapar así de la terrible condenación que está a las puertas, y en la que ahora mismo está también.
Dios les bendiga. Cristo viene pronto.
 © Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Notas:

1. http://www.elmundo.es/elmundo/2010/02/25/espana/1267103089.html
2. La ideología de género triunfa en la legislación española; 
http://www.zenit.org/article-26427?l=spanish

MALDICIONES GENERACIONALES (Otra falsa doctrina)

En nuestro caminar cristiano nos vamos acostumbrando a definir cosas inexistentes, todas ellas por ignorancia a las Escrituras. ¿Cómo definir algo que no existe? Respuesta: De acuerdo a cómo lo han imaginado aquellos que dicen que sí existe. He aquí una definición básica: Una maldición generacional (ancestral o hereditaria) es un daño o perjuicio declarado sobre un individuo una o más generaciones anteriores y cuyo efecto es transmitido a sus descendientes a través del tiempo.
Se supone que el individuo que está bajo una maldición generacional ha nacido ya destinado a cometer ciertos pecados, o es propenso a sufrir ciertos males o desgracias, y es dominado por un poder que ningún humano puede controlar. Es por ello que se necesita un poder mayor, el de Dios, para romper o cancelar la maldición.
Cosas como la pobreza, enfermedades, problemas de carácter y temperamento, infidelidad, inconstancia, pereza, alcoholismo, drogas, obsesión sexual, promiscuidad, depresión, negativismo, esterilidad, inestabilidad mental, obesidad, etc., de acuerdo con esta teología, son pasadas de generación a generación en una familia.
Los mismos maestros que propugnan la liberación de demonios, prometen también romper o cancelar estas maldiciones supuestamente declaradas sobre sus antepasados que han sido transmitidas a través de su árbol genealógico. Una oferta de “dos por uno” difícil de rechazar ¿verdad?
Estilos de vida perpetuados
Cierta autora que promueve esta extraña teología, lista una serie de declaraciones supuestamente formuladas por gente que está o ha estado bajo el efecto de una maldición:
@ Todos en mi familia han muerto a los 39 años.
@ Mis cuatro hermanas se han divorciado.
@ Mi madre fue infiel y a pesar de aborrecer esa actitud, tengo una relación con un hombre casado.
@ Mis hermanos y hermanas “han tenido que casarse”.
@ Cada varón en mi familia ha sido alcohólico y mi hijo adolescente está bebiendo mucho.
@ No veo progreso en mi vida espiritual.
@ He sido despedido de cada empleo, o las compañías donde he trabajado han quebrado.
@ No puedo disfrutar la vida cristiana, porque siento que pronto sucederá una desgracia y así ocurre.
Libro: “Descubriendo y Rompiendo Maldiciones” por Olivia Vega.
La autora finaliza diciendo: “Para entender las maldiciones debemos darnos cuenta que estamos lidiando con fuerzas poderosas que no podemos ver y que nuestros sentidos no pueden entender”.
En otras palabras, sin detenerse a pensar ni por un momento de que los males descritos pueden ser patrones de conducta adquiridos, un efecto natural de la Caída de la raza humana, una manifestación de la naturaleza pecaminosa del ser humano en general, hábitos de un pésimo trabajador en particular, y/o consecuencia de la crisis económica que predomina en el mundo, la autora del artículo determina automáticamente que las personas afectadas por estas cosas no son responsables de sus situaciones en absoluto, sino que son víctimas de una maldición que los alcanza desde el pasado en su línea generacional.
 ¿Maldición generacional o influencia parental?
No cabe duda que por regla general el carácter de los padres, así como la influencia que ellos ejercen sobre los hijos, juega un papel primordial en la personalidad y la conducta de los hijos y sucesivos descendientes. En muchas familias podemos encontrar que el alcoholismo, por ejemplo, afecta a las sucesivas generaciones, que en cierta forma sólo están imitando la conducta y los pecados de sus antecesores. Un padre borracho y jugador condena a su familia a la pobreza y una vida miserable desde todo punto de vista. Si los hijos imitan al padre, y los nietos al hijo, es claro que la pobreza y la desgracia se perpetuarán en la familia. Pero no se deben confundir los malos hábitos adquiridos por el ejemplo de los padres con una maldición que fue proferida por alguien y que debe ser rota por medio de una invocación especial pronunciada por un predicador especial.
Un concepto erróneo de maldición
El concepto de maldición que estos “predicadores” manejan está relacionado con poderes mágicos ocultos y superstición pagana, equivalente a un hechizo o un encantamiento que llevado al ridículo es similar al embrujamiento que convirtió al hermoso príncipe en un sapo. La gente involucrada en la brujería, la santería o el vudú, manejan estos conceptos mientras clavan agujas en un muñeco, le suenan la maraca al enfermo o bailan alrededor del cliente sacudiendo la pobre gallina.
Veamos cómo se define “maldición” en las propias palabras de aquellos que enseñan el concepto de maldiciones generacionales:
“¿Qué es una maldición? Es aborrecer, detestar, execrar, vituperar, condenar a una persona o cosa. Es atar a alguien con palabras o blasfemias. Una maldición es una fuerza demoníaca puesta sobre una persona o una familia a través de: palabras, o por voluntad y acción de alguien. Las acciones pueden incluir a los propios padres involucrados en actividades de ocultismo.” Según: [Descubriendo y Rompiendo Maldiciones, Olivia Vega].
El autor Ignacio García comenta refutando esta definición:
“La primera parte (hasta antes del primer punto y seguido) es correcta, porque está copiada de un diccionario bíblico; el resto ya es de su propia cosecha. Agregarle incoherencias de su peculio a la definición, provoca que los MG (proponentes de las Maldiciones Generacionales) tengan dificultad para saber de dónde proviene la maldición. Porque por un lado apoyan su doctrina con Éxodo 20:5,“…Yo visito la iniquidad de los padres a los hijos…”, en donde es Dios quien habla, pero luego invierten todo y dicen (como en el párrafo de arriba) que ¡”la maldición es una fuerza demoníaca”! O sea: Dios maldice pero el diablo le gana a maldecir.” [Maldición Generacional, Ignacio García.
El significado bíblico de “maldición”
Una maldición de parte de Dios es totalmente diferente al concepto ocultico-pagano de la palabra. El primer uso de la palabra hebreaârar ocurre en Génesis 3:17 (maldita será la tierra). Es un pronunciamiento de juicio sobre aquellos que quebrantaron un pacto. Maldición, en el contexto bíblico, es una expresión de la justicia de Dios que se aplica sobre alguien o algo como consecuencia de una decisión personal e intencional de desobediencia contra Dios, y que el hombre toma haciendo uso de su libre albedrío. Dios, entonces, pone distancia entre Él y el pecado.
Ejemplo: En Deuteronomio 28, Dios establece las increíbles bendiciones que vendrán sobre el pueblo de Israel como resultado de la obediencia a los mandamientos de Dios (Dt. 28:1-14), y luego en contraposición expresa lo que ocurrirá como consecuencia de desobedecer voluntariamente esos mandamientos (Dt. 28:15-68), lo que es equivalente a “haber dejado a Jehová” (v. 20). Como vemos, una maldición de Jehová siempre conlleva el deseo de que el bien sea derramado sobre los que le aman y obedecen. No tiene el propósito primario de hacer mal. Aún más, las maldiciones de Dios no excluyen la posibilidad de arrepentimiento por parte de la persona, sino por el contrario, son enunciadas con el fin de que evitemos pecar contra Dios.
¿Pasan las maldiciones de Dios a los descendientes?
Las maldiciones pronunciadas por Dios son directamente dirigidas a individuos o naciones por pecados específicos, jamás son dirigidas a los descendientes de una persona. El capítulo 18 del libro de Ezequiel es categórico respecto a la errónea idea de que los hijos pagan por los pecados de los padres. Los judíos sufrían del mismo error que los promotores de la doctrina de la Maldición Generacional. Dios les dice en Ezequiel 18 que ya dejen de creer en eso: “… el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo …” (ver también Jer. 31:29-30).
En realidad, parece increíble que Dios tenga que repetir un concepto que ya había revelado al pueblo judío siglos antes: “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos morirán por sus padres; cada uno morirá por su pecado” (Dt. 24:16).
En el capítulo 9 del evangelio de Juan encontramos algo relacionado con el concepto que venimos tratando: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres; sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Jn. 9: 1-3). Los discípulos de Jesús aun seguían aferrados al mismo error que los judíos en los tiempos de Ezequiel. Si en realidad los hijos pagaran por los pecados de los padres, ésta hubiera sido la perfecta oportunidad para que Jesús corroborara o expandiera sobre la doctrina. Sin embargo, su respuesta fue directa y fulminante. Prácticamente les dijo que se bajaran del caballo de tal absurdidad.
¿Apoyo escritural para la doctrina?
Por supuesto que los maestros de la Maldición Ancestral citan pasajes bíblicos para apoyar la enseñanza. El favorito es el siguiente:
“…que visito [Dios] la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éx. 20:5).
Este parece ser para ellos el pasaje que definitivamente establece que Dios castiga a los descendientes de los pecadores. El problema es que:
1) La palabra “castigo” no aparece por ningún lado, ni aun en las repeticiones del pasaje (Ex. 34:7; Nm. 14:18; Dt. 5:9).
2) El pasaje usa la palabra “visitar”. En hebreo es paqad; significa “visitar, inspeccionar, interesarse en”. Los rabinos judíos la traducen “….. yo soy Jehová tu Dios ….. que reviso la iniquidad de los padres sobre los hijos ….”
3) Los expertos que produjeron la versión Septuaginta del Antiguo Testamento del hebreo al griego usaron la palabra griegaepiskeptomai, que significa “observar, supervisar, cuidar, examinar de cerca”.
4) El pasaje se cita en forma parcial. El contexto es la prohibición de la idolatría por parte de Dios. La inferencia clara es que Dios visitará a las sucesivas generaciones de aquellos que cayeron en el pecado de idolatría para ver si continúan en los mismos pasos de sus ancestros. Esto es confirmado por la cualificación, “de los que me aborrecen”. En muchos casos, los hijos y descendientes inmediatos continúan en rebeldía contra Dios. La advertencia no está dirigida a aquellos que andan en los caminos del Señor.
5) La palabra “maldición” tampoco aparece en ningún lado, ni aun en las repeticiones. Ellos quisieran ver la palabra “maldición” en lugar de “maldad,” pero ni el lenguaje ni el contexto les permite forzar el concepto dentro del pasaje. La palabra de Éxodo 20:25 es ‘âwon (generalmente traducida al español como iniquidad, maldad, culpa o pecado), mientras que maldición es ârar, como ya hemos visto.
Como vemos, tanto el castigo como la maldición sobre las generaciones venideras están ausentes en el pasaje. Otro error de los maestros de la maldición hereditaria es ignorar totalmente el resto del pasaje (contexto), donde se enfatiza la misericordia de Dios sobre los que le aman y guardan sus mandamientos. Esto, automáticamente cancela cualquier pretensión de que un cristiano esté marcado por una maldición ancestral y deba ser liberado de ella.
Estimado lector, no se deje embaucar por aquellos que le inculcan ideas de que usted ha sido afectado por una “maldición ancestral, hereditaria o generacional”, “línea sanguínea familiar”, ” iniquidad familiar”, “líneas de iniquidad”, o cualquiera sea el alias que le apliquen a esta horrenda doctrina inventada por humanos, y no por Dios. Usted, como cristiano, debe afirmarse en la verdad de que Cristo perdonó todas sus  Su Sacrificio en la cruz del Calvario (Is. 53:11).