domingo, 1 de abril de 2012

¡APÁRTESE DE INIQUIDAD QUIEN INVOQUE EL NOMBRE DE CRISTO!

La iniquidad y su invasión en el seno eclesial, la terrible lacra de nuestros tiempos

Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;   cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,  en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas” (Colosenses 3: 5-7)

“Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;  y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24: 11, 12)

Este mundo tal y como lo conocemos, va cada vez más al declive moral total. La maldad, o anomia, es decir, el abandono de la ley o voluntad de Dios, como dijo el Maestro (Mt. 24: 12), es la tónica general y constante de los días que nos está tocando vivir, y seguirá así in crescendo, hasta la venida en gloria de Cristo a este mundo.

Los que creen que en ese sentido, cada vez las cosas van a ir a mejor; avanzando hacia la conversión de las gentes a Cristo, lo cual llaman el Avivamiento Mundial, se equivocan de pleno y plano, siendo eso también, parte del misterio de iniquidad (2 Ts. 2: 7), puesto que es un engaño dirigido a los mismos creyentes.

1. La maldad está servida en bandeja de plata

En muchas partes del mundo, enseñan a los jóvenes a masturbarse, bajo el vergonzante slogan “El placer está en tus manos”
Para ello se han gastado 14.000 euros, en realizar esta sucia y abominable campaña. Leemos así en el divulgativo Libertad Digital del 11 del corriente:
“La capacidad de las administraciones europeas en descubrir nuevas formas de tirar el dinero público es inagotable. Según desvela Periodista Digital, la última ocurrencia ha sido de la socialista Junta de Extremadura que ha puesto en marcha una campaña para fomentar la masturbación…El diario Periodista Digital cuenta que los promotores del disparate se refieren a la campaña con eufemismos como "fomentar la autoexploración sexual y el autodescubrimiento del placer".

De esa manera, dicen pretender destruir “tabúes” e “inhibiciones” propias del resultado de una educación retrógrada basada en la tradición y la religión. Aseguran que  “servirán para destronar mitos”

Amigos, ¡la maldad está servida en bandeja de plata! Sólo hay que abrir un poco los ojos.
En los medios televisivos y otros medios de comunicación de masas, por activa y por pasiva vomitan mensajes de iniquidad a los ojos y oídos de los que se prestan a ello, y de los que no. Niños y no niños somos víctimas de esa tropelía, aun cuando sólo pretendemos sencillamente ver el telenoticias diario, o algún que otro programa de entretenimiento, sin más.
La televisión ya no se puede ver.
A. También el seno eclesial está siendo atacado

Pero lo más terrible, es que el espíritu de anomia, camuflado o no, está entrando en el seno eclesial. Muchos ministros somos conscientes de ello, otros no tanto. Otros están más preocupados con otras cosas. Están distraídos.

Error: Crecimiento numérico por encima de crecimiento en santidad
Muchos están más preocupados en qué hacer, inventar, reinventar o simplemente “adoptar”, “adaptar” o copiar, métodos (ahora le llaman “modelos”) para ver crecer sus iglesias, viendo en el número, per se, sinónimo de éxito. Esto no es más que megalomanía.

Hay ministros que demuestran tener una necesidad imperiosa, no sólo de hacer crecer numéricamente sus congregaciones, sino de llenar su insaciable ego; su sed de protagonismo. Les ves después de cada predicación llamando a cada uno de los oyentes reunidos allí, para que reciban la “unción” que les será impartida con sus “santas manos”. Se presentan a sí mismos como estrellas, como los ungidos especiales, de los cuales dependiera la grey. Esto, otra vez, no es más que megalomanía.

Lo trágico es que entrando en esa vorágine, se da la espalda al listón en alto, al listón de la santidad y el temor de Dios, y en vez de ello, se lanzan al vuelo infinidad de espejismos, luces de colores, fiesta, campanillas de cristal, flores, guirnaldas y orondos globos blancos y mucha, mucha emoción y alegría del alma, a todo lo cual le llaman “el gozo del Señor” y “avivamiento”.
También en un sentido no deja esto de ser iniquidad.

Teniendo en cuenta que el crecimiento verdadero lo da Dios (1 Co. 3: 6, 7), y no los “modelos” y estrategias humanas, la primera preocupación que el ministerio pastoral, y todos los verdaderos cristianos en general debiéramos tener no es en cuanto a lo relacionado con el crecimiento numérico de las congregaciones cristianas, sino en lo referente al estado espiritual de los actuales miembros de las mismas.

El pastor o y los ancianos, así como los demás creyentes, no deben caer en la trampa de creer que su objetivo principal es llenar el templo, y consecuentemente pensar en abrir un nuevo culto los domingos, y luego otro. El objetivo principal del ministerio pastoral no es ese, sino el asegurarse de la grey actual, y de que vive conforme a Cristo en SANTIDAD y OBEDIENCIA. Debe estar seguro de que la grey recibe todo el consejo de Dios (Hechos. 20: 27), y hacer lo que esté en la mano para que lo viva. El ministerio pastoral debe asegurarse de que agrada a Dios.

 El ministerio pastoral debe temer a Dios, por encima de cualquier atisbo de temer a la membrecía.

Lamentablemente, lo cierto es que en muchas congregaciones, se omite mucho del Consejo de Dios, y consecuentemente, la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo queda relegada a un segundo plano.
Las razones para así proceder son diversas. Por lo general, hay muchas cuestiones que no se tocan hoy en día desde tantos púlpitos por temor a que las “ovejas” se lleguen a asustar, o incomodar, y se vayan de las iglesias; prefieren mandar a la gente al infierno que decirles la verdad.

2. Dando un ejemplo sobre estas cuestiones. El pecado de tipo sexual

Sin ánimo de confrontar a nadie en particular, pregunto, ¿Cuándo fue la última vez que se enseñó acerca del pecado de índole sexual y de sus consecuencias en su congregación?
Muchos me responderán que no tocan ese tema porque creen que no es necesario, ya que los creyentes ya saben acerca de ello, pero pienso que es una simple excusa para no poner el dedo en la llaga en una cuestión que ha alcanzado niveles de iniquidad devastadores, por ser para muchos en estos tiempos, una práctica de pecado oculto.

Hay una pregunta que constantemente me hago a mí mismo, ¿por qué hay tantos en tantas congregaciones cristianas que se dicen cristianos (líderes, levitas, ujieres) y practican algún tipo de pecado de índole sexual?

Jóvenes, y no tan jóvenes, muchos viven en práctica de pecado. Pero no sólo debemos pensar en inmoralidad sexual, sino también en inmoralidad de cualquier otro tipo, cuando la Biblia clarísimamente nos enseña que “todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3: 9) Entonces, ¿Por qué se engañan así mismos llamándose lo que no son, esto es, hijos de Dios? Y ¿Por qué tantos pastores hacen la “vista gorda” cuando saben que se comete práctica de pecado, y les consienten como miembros de sus congregaciones, y aún les tienen en diferentes cargos y en diversas responsabilidades ministeriales? La respuesta es simple, porque no hay temor a Dios, no hay santidad.

Unos se sienten cómodos en su pecado, más aún, cuando no son reprendidos, y los otros temen quedarse sin congregación si empiezan a hablar con claridad desde el púlpito.

Unos aceptan el engaño, y los otros se convierten en pasivos encubridores de iniquidad, llegando a ser temerosos y cobardes, porque todo aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado (Sgto. 4:17)

¿Será esa una congregación que agrade a Dios? ¿Cuánto tiempo tardará el Señor en retirar el candelero de ese lugar, si es que no lo ha hecho ya? (Ap. 2:5)

3. Cuando se confunde la misericordia con la permisividad

Los creyentes no debemos confundir la misericordia con la permisividad, pero eso es algo que está ocurriendo hoy en día cada vez más, y es el caldo de cultivo de la iniquidad. Con esa actuación ilegal ante los ojos de Dios, se fomenta el pecado oculto entre los que se dicen creyentes.
Muchos enseñan así: “Dios te conoce, sabe acerca de tus debilidades, pero te acepta tal y como eres”. Diciendo de este modo, están lanzando un mensaje subliminal: “Ya que Dios me acepta como soy, acepta mi pecaminosidad…puedo seguir pecando”.

Dios nos ama. Dios ama al pecador, eso es cierto, pero Dios abomina el pecado del pecador, y manda (no sólo desea) que el que peca deje de hacerlo para que Él le pueda recibir: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y Yo os recibiré” (2 Corintios 6: 17).

El que no se aparta del mal, para el Señor no es miembro de Su congregación aunque esté en ella, de la misma manera que nosotros que somos de Dios no somos del mundo, aunque estemos en él (1 Juan 5:19).

La Biblia nos enseña que, como parte del misterio de la iniquidad (2 Ts. 2:7), se iban a levantar hombres condenados que, encubiertamente, es decir, de forma oculta y disfrazada de piedad, iban a colarse en las filas de los santos, con el inicuo fin de transformar la gracia de Dios en simple y llano libertinaje (Judas 4). Con esa acción, iban a echar por tierra el mensaje de Cristo y el poder de Su obra de redención en muchos que les iban a creer y seguir. ¡Esto está ocurriendo hoy en día en tremendas proporciones!

Se usan los términos gracia y misericordia para establecer una línea de pensamiento y creencia absolutamente apartados de la verdad escritural. La finalidad con que se usan torcidamente estos términos santos, es para promover actitudes y acciones de pecado entre los cristianos, de manera que llegando a creer ser justificados por esa presunta gracia y misericordia, puedan seguir adelante en su iniquidad, sin ser redargüidos por sus conciencias.
Esto es transformar la gracia en libertinaje.

4. Mal usando la música

Me gusta la música desde que tenía uso de razón. Creo que la música es uno de los regalos más hermosos que Dios haya compartido con los hombres, y que el sentir primero y primario es su uso es para exaltarle a Él. Lamentablemente, hoy en día muchos que profesan ser cristianos hacen un mal servicio de ese don.
Hablando de transformar la gracia en libertinaje, uno de los procedimientos que está dando un grande, pero lamentable resultado, es en cuanto al emparejamiento entre la música y lo emotivo versus la verdad.

Muchos, para acallar sus conciencias hasta donde les es posible, “buscan a Dios” en lo puramente emocional, y la música es el vehículo rápido e ideal para alcanzar el corazón.
De ahí gran parte del éxito del llamado “ministerio de música” (tal ministerio así llamado, no se encuentra en la Biblia). De ahí también la gran afluencia a los grandes congresos de alabanza, donde santos, y falsos santos, alaban todos “en unidad” a Dios.

Buscan el toque emocional, y hasta lloran y gimen pareciendo quebrantarse, pero no es así. Sólo permiten que sus emociones aumenten, y las lágrimas afloren, o las risas se hagan oír. Se engañan a sí mismos creyendo que Dios les justifica sin arrepentirse de sus pecados, sólo porque creen sentir la “presencia de Dios” en sus vidas, en ese momento aparentemente trascendental. Son buscadores del sentir de Su presencia, más que buscadores de Su santidad.
Casi con desespero “buscan a Dios”, aunque más bien buscan el favor y la comprensión de Dios basándose en el emocionalismo, ayudándose con los acordes musicales y con las letras de esos coros, muchos de ellos presuntamente de adoración, pero que van dirigidos más bien a tocar la sensibilidad emocional del “adorador”.

También olvidan que no existe verdadera adoración a Dios cuando la persona al tiempo se recrea en el pecado. David inspirado por el Espíritu Santo lo expresó con claridad:
“Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”(Salmo 51: 16, 17).

Esa es la persona que como David, reconoce su pecado, lo confiesa, pide perdón, y se aparta de él. Esa persona sí puede usar la música para adorar y alabar a Dios con total libertad, tranquilidad y paz de espíritu.

El Señor está cansado de escuchar cánticos y más cánticos que pretenden exaltarle, que proceden de algunos cantantes y voces de tantos, que se presentan como santos ante Él y la congregación, pero que no lo son. Olvidan que Dios aborrece la hipocresía, y que conoce el Señor a los que son suyos, y apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. (2 Timoteo 2:19).

Además, los hay que han hecho, y hacen, del ministerio de alabanza, un simple y llano negocio, a veces extremadamente lucrativo, y todavía pretenden decirnos que así sirven al Señor. No sirven al Señor, se sirven a sí mismos.

¿Cómo se puede invocar el nombre de Cristo permaneciendo en iniquidad? Dios no quiere que acallemos nuestras conciencias con presuntas alabanzas. El Señor conoce a cada uno de los que cantamos alabanzas a Su nombre. Dice la Palabra que es bueno alabar el nombre de Dios (Sal. 54:6), pero siempre en la hermosura de la santidad, temiéndole. (S. 96:9).
Debemos acallar nuestras conciencias por el perdón derivado de la sangre de Cristo, por el arrepentimiento genuino. Entonces podremos alabarle con libertad y confianza.

Dios quiere que nos arrepintamos de toda iniquidad, pecado oculto y pecado no oculto, para podernos recibir; porque si confesamos nuestro pecado, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)
5. Interesada interpretación de la Palabra

Pero muchos escudan su pecado, el cual les es agradable (He. 11: 25b), argumentando que Dios da mucha más gracia cuando el pecado abunda (Ro. 5:20), y de que el amor (y Dios es amor) cubrirá multitud de pecados (1 Prov. 4:8)… ¡Cómo se puede  torcer el sentido de la Palabra de Dios cuando se quiere!

Es cierto que la gracia de Dios sobreabunda ante la abundancia del pecado del que peca, pero sólo cuando genuinamente se arrepiente y se aparta de esa práctica inicua.
Es cierto que el amor cubre multitud de pecados, pero eso no nos concede licencia alguna para pecar. El amor cubre el pecado del que se arrepiente, porque al hacer así, la sangre del Hijo limpia ese pecado, y de esa manera podemos tener comunión unos con otros, así como con Dios (1 Juan 1:7).

Por lo tanto, la resolución final de todo esto es, que tiene que haber un verdadero apartarse del pecado, confesándolo. Esto es arrepentirse. Todo lo demás, está de más.
Es mucha la iniquidad que existe, pero no el espacio aquí para denunciarla. Empecemos de momento por lo expuesto aquí.

Seamos valientes, y desde el púlpito, o desde la sencilla conversación, expongamos a la luz el pecado, y no temamos que nos vayan a dejar o abandonar por así hacer…y si nos dejan, no nos dejan a nosotros, sino a Aquél que nos comisionó a que como verdaderos hijos de Dios, seamos luz en medio de una generación perversa y amadora del pecado.

Dios le bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario